Inicio de la Cronica vision A

Con los disparos los primeros 10 pisos se sumieron el en caos y la anarquía. Grupos de huéspedes se unirán en contra de los conserjes exigiendo respuestas, mas al no tener lo que buscaban tomaron las armas y bajaron las escaleras convirtiéndose rápido la intersección entre el cuarto y el tercer piso en un campo de batalla donde las balas silbaron antes de que los dos grupos se acuartelaran. De todas formas algunos inescrupulosos más silenciosos y astutos lograron subir antes del enfrentamiento haciéndose pasar por huéspedes confundidos.

Cuando el jefe de seguridad fue informado y vio lo que sucedía en su hotel, dio la orden de evacuar los primeros 10 pisos y reubicar a los huéspedes pisos mas arriba formando una nueva barrera de contención –armada esta vez- en las escaleras de emergencia y las de uso publico del décimo piso. El éxodo comenzó rápidamente reubicando a los inquilinos superiores, mas las cosas se pondrían feas para rescatar a los hombres y mujeres de los primeros pisos.

Escaso tiempo después Vianca y compañía –sus responsabilidades, el estudiante de medicina y el doctor- se vieron caminando por pasillos silenciosos donde pequeños grupos de eran conducidos por un conserje a nuevas habitaciones. Las explicaciones que dieron eran breves y precisas. “Se han tomado los primeros 3 pisos a punta de armas, afuera reina la anarquía”.

Las líneas seguían saturadas impidiendo la comunicación telefónica y no había buena recepción televisiva –al menos local-.

De pronto en uno de los corredores vacíos el grupo escucho unos golpes y gritos. Una puerta se abrió y una mujer semi-desnuda atravesó el pasillo sollozando seguida por un hombre que le tomo del brazo y golpeándola en la cabeza con la cacha de un arma de fuego la tiro al suelo montándose sobre ella.

La voz de Emile se apagaba mientras el pelirrojo bajaba las escaleras quien daria con la espalda de Vianca en el preciso instante que metros más al interior del corredor otra puerta se abría lentamente y de ella emergía un hombre con rostro mal afeitado de unos 20 años precedido por su voz -¿Bull que es ese alboroto?-. El hombre hecho un ojo de manera vaga quedando como platos al ver que estaba en la línea de fuego entre “Bull” y los dos hombres que le apuntaban. Guardo silencio y no se movió transpirando frío.

Bull gritó un garabato en italiano y desvío el arma hacia sus opresores. Milésimas de segundos después el arma de Nikolay rugió lanzando su proyectil que atravesaría la mano derecha del hombre deformando sus dedos. Bull caería de espaldas retorciéndose de dolor mientras el tipo en la puerta hacia igual cubriéndose la cabeza con las manos y dejando que una botella de coñac cayese de sus manos derramando el licor.

La mujer llorando se arrastro patéticamente detrás de las piernas de los dos hombres armados tratando de cubrirse como pudiese.

Las luces –que hasta ahora habían permanecido encendidas en los pisos superiores- fueron apagadas reemplazadas por unas de color carmesí de emergencia. Aparentemente la luz publica estaba fallando o había sido cortada.

La mujer se cubre como puede con la camisa que lleva puesta, se acomoda con dificultad el brasier y sus muslos se aprietan cuando el pelirrojo se le acerca. Los dientes los tiene apretados, tiembla y suda. Sus ojos se clavan en el pelirrojo y luego viajan de un lado a otro eludiendo mirar a “Bull”. No acepta la oferta del policía, pero cuando Emile se le acerca responde con un hilo de voz Anette, 22, hospedada….yo…yo… su voz se quiebra –tenia un marcado acento Frances- y rompe en llantos. Aun si el policía dejase que Emile le examinase, la mujer se volvería un ovillo y alejaría las manos del hombre con manotazos en caso de que fuese necesario.

Mientras el tipo con la mano sobre la nuca gimoteaba pidiendo que ayudasen a su amigo, quien ya había dejado de gritar y sus movimientos se iban volviendo lentos poco a poco. El charco de sangre estaba expandiéndose lentamente a medida que era absorbido por la alfombra.

Una vez Nikolay ingreso a la habitación, dio un par de pasos y lentamente fue reduciéndose hasta que sus manos tocaron el piso. Su dedo seguía aferrado al gatillo del arma con fuerza y sus parpados estaban abiertos a más no poder. Los ruidos de afuera era tambores que resonaban en sus tímpanos y lentamente se fue perdiendo en si mismo… le había disparado a un hombre… se supone que Nikolay salvaba vidas ¿no? Pero deliberadamente disparó… ¿Por qué sino cargaba un arma entonces? El Mundo esta loco y Nikolay no es de la clase que pueda defenderse con los puños… de todas formas… ¿cuantas veces pensó que la usaría? Quizás ni siquiera la había disparado antes. Su vista se volvió borrosa y el único ruido que sentía era el de sus venas bombeadas era el de su respiración que se agitaba era el repiqueteo del arma contra el piso cuando su pecho subía y bajaba.

En el preciso instante que sucedía esto, algunos pisos más abajo, en el décimo un hombre de tez morena irrumpía en la habitación de los conserjes hallándolo vacío. Aparentemente se encontraban restableciendo el orden o luchando pisos más abajo. No había rastros del Jefe de seguridad dentro del lugar, pero ruidos fuera de la ventana pudieron llamar la atención del cubano. 5 pisos arriba un hombre estaba asomado a las afueras forcejeando con una escalera de metal… El jefe de seguridad estaba 5 pisos más arriba.

Anette además del golpe en su nuca, algunos moretones en su piel clara y algunos rasmillones por la caída no presentaba otros síntomas de malestar físico. Si algo estaba dañado era su psiquis completamente trastocada y choqueada, es por ello que a penas el policía se le acerco y llevo su mano al bolsillo para extraer la placa se lanzo de espaldas cerrando las piernas y gimoteando. Aun así asintió luego de las palabras de este último.
Luego, una vez la guía alzó la voz los ojos de Anette se dirigieron a ella enmudeciendo, agradeciendo luego -y silenciosamente- la prenda y con su ayuda se puso de pie apoyándose en ella. Respondió un breve “wi” a su pregunta.

Paralelamente los ojos del tipo en el suelo -aun no identificado- alternaba miradas entre “Bull” y el medico esperando que este hiciese algo. Mientras se mostraba completamente sumiso y sometido a la situación. En cuanto a “Bull” su rostro pálido y su escasa respiración no daban una buena fe de un futuro para él. De hecho, escaso tiempo después -mientras era examinado si era así- perecería. En este caso, si Emile se le acercaba y lo observaba daría en cuenta de que la bala no era la única herida en el hombre, esta había estado sangrando por su costado derecho, opuesto ellos en un punto relativamente ciego. La herida que encontrase bajo las prendas no seria profunda, de hecho era poco lo que había manchado sus ropas, tenía la silueta de una mordida. Los dientes estaban marcados y solo los colmillos habían logrado atravesar la piel.

Entonces un nuevo actor apareció en escena. Una figura que salió disparada desde las escaleras principales arremetió contra la puerta que tenia enfrente destrozando el pasador, abriéndola de par en par y entrando en la habitación para gritar.
El hombre en su interior -El jefe de seguridad- dio un enorme salto dejando caer la escalera metálica que traía en las manos provocando un estruendo. Su rostro estaba abstraído por la desesperación y sin ofrecer resistencia calló de rodillas conteniendo las lágrimas.

En el interior de la habitación había un desastre, el lugar estaba revuelto, escobas y cubos tirados por todos lados, sillas de madera y muebles destruidos por un hacha de incendios que reposaba dentro de un televisor igualmente destrozado. Una escalera colgaba por un ventanal que más aspecto de salida de emergencia tenia y frente al hombre yacía otra escalera. Lo único realmente intacto era una pequeña radio que reposaba a los pies del hombre y un bolso de viaje también a un lado del mismo.