Emile Kierkegaard

por **Emile Kierkegaard** Lun Jul 18, 2011 2:44 pm

Usuario: las crónicas de este muchacho fueron escritas luego de que él llegase a Francia, por lo cual el lenguaje es más estilizado que el de un niño pequeño, además de un tanto confuso, las razones de esto no las sabemos. Para mi comodidas las estoy escribiendo como breves historias, ya que el modo informe me complica

1994. 7 años de edad, Argelia

He visto una hormiga luchando con un bicho, mi madre se me ha acercado y pregunta si me gustan las peleas, a lo que respondo que me gustan y quisiera estar en una, pero me da pena tener que golpear a los tristes animalitos.
Dos días más tarde me peleo con mi pequeño vecino de edad similar, por lo cual mi madre me regaña, no lo entiendo ¿por qué la madre de la hormiga no ha aparecido en escena cuando ella también peleaba con sus vecino?, mi madre dice que es malo pelear y que más me vale no volver hacerlo, lo que le he respondido no sé porqué lo he hecho (responderle y lo que le he respondido), le he dicho que la hormiga golpeo al bicho y ella no hizo nada y que luego mi padre golpeo al hombre de las verduras y tampoco hizo nada, que si yo peleo lo que ella debía hacer era nada… me han dado un bofetón que todavía duele al recordarlo…

1999. 12 años de edad, de viaje en Trípoli

En la casa de mis abuelos todo es viejo y lleno de polvo, me aburre tener que visitarles, pues el viaje es cansador y es difícil tratar con otras personas.
He encontrado en el patio de “Músher” (mi abuelo) un jarrón enorme, podría haber entrado de pie y aún así no ver hacia afuera, en efecto me metí dentro del jarrón que estaba todo polvoriento, al salir he visto a “Gánof” (el gato de mis abuelos) parecía curioso, le he llamado, se alejó y pareció sonreírme. Acto seguido aparece mi padre en la escena y en menos de lo que Gánof decía “miau” me encontraba fuera del jarrón. Los ojos de mi padre son enormes… sus manos son groseras, no sabía qué hacer -he entrado en pánico-, por alguna razón recordé a la hormiga, solo ha salido de mi boca polvorienta un susurro y nada más – ¿miau?- Al parecer funcionó ya que mi padre se ha puesto a reír en el acto, realmente Gánof da buenos consejos.

2001. 14 años de edad, al salir de clases.

Hoy he conocido a un hombre bastante extraño, vestía sombrero, gabardina y sombrilla, es curioso pues aunque estamos en otoño había sol y no ha llovido ni un solo día, o al menos ese día nadie se esperaba que cayese una gota de agua, le he visto en la estación a la espera del tren y yo estaba allí por lo mismo, él se acercó y me ha preguntado -con un acento que desconozco- qué me gustaría estudiar a futuro, a lo cual tímidamente le respondí que no lo tenía claro, pero que de seguro no tendría que ver predecir el clima, el hombre ha esbozado una sonrisa y dicho:
–me parece muy bien joven, pues por como viste claramente no se ha enterado del nubarrón
-¿qué nubarrón? (he preguntado yo).
- el del día de hoy joven, el del día de hoy. En ese mismo momento llega el tren y la gente se agolpa para subir, he perdido de vista al hombre, solo veo alejarse de la estación una sombrilla azul.
Lo más curioso de la historia es que al bajar del tren se ha puesto a llover a cantaros, de la estación a mi casa he llegado empapado. Me ha dado pulmonía, cuando crezca ya no quiero volver a enfermar…